Título: Historias de Londres
Autor: Enric González
Reseña hecha por: Ele Baños @mi_vertigo
Aunque resulte obvio voy a empezar aclarando un tema: una cosa es viajar a un país y otra es vivir en él. Enric no es un viajero, es un habitante ocasional e itinerante que, a causa de su trabajo, ha cambiado de residencia unas cuantas veces.
Llegar a una ciudad nueva, con la intención de pasar en ella una temporada significativa, te hace comenzar viendo ese lugar con la curiosidad y la mirada perspicaz de los viajeros e ir madurando y sopesando esas primeras impresiones con la experiencia y la constancia producto del día a día. Vivir en ella te hace dejar de prestar tanta atención a las catedrales y a los palacios para empezar a curiosear en las tiendas de barrio y en los cafés. Trabajar en ella, además, te hace enfrentarte a los grandes incordios que un turista pasa por alto: las horas punta, los horarios del transporte público, el precio de la fruta, la burocracia…
Cuando el autor aterrizó en Londres para ejercer de corresponsal venía pensando en tener un perro y un pequeño jardín. Meses después no tenía ni lo uno ni lo otro pero sí una colección de anécdotas que contar. Más tarde, ya desde otra ciudad, con la nostalgia acumulándose en cada recuerdo y habiendo el tiempo filtrado los malos momentos que la rutina le había descubierto, González escribió este libro que, a pesar de su estructura clásica (está dividido en tres secciones que corresponden a las tres principales áreas de la metrópoli) supone un recorrido por aspectos puntuales y diversos de la vida en la capital inglesa: desde la cultura de pubs hasta un paseo por las alcantarillas de la ciudad.
Escribe sobre el atractivo de la monarquía británica para el turismo extranjero, sobre las carreras de caballos y el mundo de las apuestas, sobre el periodismo y los periódicos de la isla, sobre política o la sanidad pública pero también sobre gatos y perros, asesinos múltiples, líneas de metro, cervezas y vacas. Ecléctico e impredecible, cada pequeño relato es una reflexión escrita en primera persona, con gran sentido del humor y con un punto de vista muy cercano.
He seleccionado una cita del libro para terminar la reseña. Me gusta porque es una declaración de amor obsesiva a una ciudad fría y orgullosa. Indiferente, como dice Enric, pero también inesperada, pueblerina y extravagante. Una capital que vive y se deja vivir:
Hay ciudades bellas y crueles, como París. O elegantes y escépticas, como Roma. O densas y obsesivas, como Nueva York. Londres no puede ser reducida a antropomorfismos. Siglos de paz civil, de comercio próspero, de empirismo y de cielos grises la han hecho indiferente como la misma naturaleza. Quizá exagero. Quizá Londres sea una proyección del carácter inglés. No hay sentimentalismos, ni derroches de pasión, ni verdades con mayúsculas. Por una u otra razón, Londres reúne las condiciones óptimas para que florezca la vida. Es difícil no sentirse libre en esa ciudad inabarcable y a la vez recoleta, sosegada como el musgo de sus rincones umbríos, donde caben el arte y su reverso técnico, el kitsch, sin estorbarse mutuamente, donde la Justicia, ese concepto peligroso, metafísico y continental, pesa menos que la sensatez a escala humana del fair play.
Siempre está bien en un viaje mezclar un poco de cada ciudad: lo que las guías te dicen y lo que otros que han vivido allí te han contado. Es una mezcla muy interesante.
Gracias, Iván!
Gran post Ele 😉 . Sin duda que las ciudades se ven de forma diferente viviendo que viajando. Una cosa importante son las personas ( o personajes ) que las habitan 😉 . Esas historias con nombre y apellidos que muchas veces son parte inseparable de la identidad de los lugares. 😉 Un abrazo
Hazlo, Carlos, no creo que te defraude. Yo me apunto los dos que has mencionado. Un abrazo
Soy un confeso admirador de Enric González desde que sustituyó a Eduardo Haro Tecglen en la columna de la penúltima página de «El País». He leido tanto «Historias de Roma», como «Historias de Nueva York», y ahora que está en Jerusalén leo su blog «Fronteras movedizas», que desde que empezaron las revueltas árabes lo tiene un poco abandonado….Este lo tengo en la lista de pendientes, pero el post me confirma que debo leerlo.
Saludos.
¡Qué gran verdad, Juan! yo reconozco que a mí Londres me atrapó bastante… pero correría ahora mismo el riesgo de que volviera a suceder 😀
Una cosa es viajar y otra……. buena frase introductoria, creo que para conocer bien una ciudad es necesario vivir un tiempo pese a correr el riesgo de quedar atrapado en ella para siempre. Saludos
Es una buena introducción a la ciudad. Lo grande de este libro es que vale tanto para crear ansiedad por conocer Londres en aquellos que aún no la conocen como para crear nostalgia en los que ya han estado.
Yo espero que sea un buen prólogo a mi primera visita a la capital del imperio británico, a ver si pronto puedo empezarlo a leer.
Yo sólo he estado 3 meses viviendo en Londres (y luego he hecho unas cuantas escapadas más) pero creo que es una ciudad en la que es fácil encontrar tu sitio. Quizás sea por lo que tú comentas: por esa sensación que desprende de ciudad viva.
Creo que por mucho que estuviera allí nunca llegaría a entenderla pero, sinceramente, para mí ese es su principal encanto.
Y sobre el libro, el autor captura de forma genial cierto tics de los británicos y de Londres, además, es muy divertido. Te lo recomiendo 🙂
Tras más de 20 años viajando a Londres, primero como turista y después como «semi-residente» estoy deseando leer el libro. Seguro que me siento identificada con muchas de las anécdotas… Si algo he de decir es que, por muchos lugares que vaya conociendo, en pocos tengo esa sensación de «ciudad viva» que tengo en Londres.. y que cada vez que vuelvo, siempre tengo la sensación de descubrir algo nuevo, un rincón, un lugar, una tienda especial.. un show.. un parque.., algo me sorprende..aunque eso si, lo del carácter británico no acaba de pegar conmigo.. eso no lo he conseguido 😉