Título: Magos y místicos del Tibet
Autora: Alexandra David-Néel
Reseña hecha por : Alicia Ortego @Alisetter
Tibet. El techo del mundo. Una región que debe de ser fascinante y con la que, a buen seguro, más de uno y de dos viajeros han soñado.Yo sigo en ello, soñando, pero ya está en el primer puesto de mi lista de viajes y espero poder cumplirlo en unos meses .
Llevo muchos años deseando ir allí, imaginando sus montañas y valles, monasterios, peregrinos, caravanas de yaks, cielo y aire cristalinos, colores intensos quizá por la altura…
Parte de esos sueños los he alimentado con lecturas de viajeros y fotógrafos que han llegado a mis manos, y con algún que otro documental como una fantástica serie que emitieron en Canal+ hace más de 10 años, y que un compañero del trabajo me pasó en VHS …
Alexandra David-Neel es una autora imprescindible para acercase desde la distancia a ese sueño. Y aunque seguramente el Tibet actual tenga poco que ver -o menos que ver-, con el que Alexandra conoció, quizá por ello sea más que interesante su lectura, ya que tendremos la oportunidad de contrastar.
El caso es que es una testigo de excepcional de un mundo geopolítico que ha desaparecido: cuando Tibet era independiente y estaba cerrado a los extranjeros. Cuando las hordas chinas aún no habían penetrado, ni expulsado a sus líderes religioso-políticos, con el Dalai Lama a la cabeza.
Con ella podemos viajar a un mundo que en lo político, social y cultural han desaparecido en buena parte. Y digo bien, podemos viajar, porque ante todo habla con un maravilloso sentido viajero y nómada de los lugares que recorre.
No es una viajera cualquiera. Además de ser mujer en unos años en los que la independencia femenina -y además viajera- eran una osadía o cuanto menos una excentricidad, Alexandra quedó tan fascinada y enganchada a Oriente, que allí vivió durante muchos años. El Tibet fue el lugar que más la cautivó y en el que logró viajar y vivir a pesar de la prohibición de entrada a los extranjeros.
Orientalista, y de alma antropóloga, observa y relata las estructuras de poder, economía y sociales de los tibetanos.
En este título, además, se centra en contar lo que ella misma aprendió y practicó sobre las “artes ocultas”: la búsqueda del alcance de poderes sobrenaturales y de magia, de aquellos que querían superar la condición de ciudadano, o mejor dicho, de súbdito.
La telepatía es una de las ramas de la ciencia oculta de los tibetanos. Parece desempeñar en las altas regiones del “país de las nieves” el papel que la telegrafía sin hilos desempeña desde no hace mucho en occidente. No obstante, mientras en nuestros países los aparatos de transmisión se encuentran a la orden del público, la expedición, más sutil, de mensajes por el viento es privilegio de una minoría de iniciados tibetanos.
Sus estudios, a través de la observación participante, quedándose incluso meses en un solo lugar para aprender y penetrar en los secretos de los lamas y santones, o directamente aislándose para conocer de primera mano qué es eso de meditar, o de generar calor por sí misma a través de la concentración… no son estudios dedicados a convertirse en creyente acérrima, sino a conocer y aprender, siempre con un punto de vista crítico y poco crédulo.
Pero llega a afirmar que experimenta en primera persona algunos fenómenos como apariciones y la telepatía, sin encontrar explicación racional, y ahí lo deja dicho.
Sorprendente resulta, leyendo este libro, conocer no sólo los ejemplos que aporta sobre eremitas y anacoretas que logran vivir desnudos en cuevas, superando el frío intenso del invierno del Himalaya, sólo con su capacidad de generar calor a partir de la concentración mental, o aquellos que logran levitar –algunos hasta tal punto que tienen que vivir con cadenas para no echar a volar J-, sino cómo el materialismo y pragmatismo reinaban en convivencia con el misticismo.
El comienzo del día puede aclararnos el carácter de la vida monástica lamaica. En él hallamos las asociaciones heterogéneas que la asamblea matutina deja presentir: filosofía sutil, mercantilismo, espiritualidad elevada, persecución encarnizada de placeres mundanos. Elementos diversos, tan estrechamente mezclados, que en vano se esfuerza uno por separarlos completamente.
La educación tibetana consigue una pequeña selección de letrados, gran número de holgazanes torpes, de amables y joviales gozadores de la vida y pintorescos vagabundos, más algunos místicos que pasan su vida en las ermitas del desierto en continua meditación.
Alexandra aprende a hablar, leer y escribir tibetano, logrando así se respetada por aquellas gentes, tenida en cuenta e incluso admirada; logrando así entrevistarse con muchos personajes y penetrar en parte de sus secretos; logrando leer los textos donde estaba escrita su historia y religión… muchos de esos textos seguramente se perdieron en la despiadada conquista efectuada por los secuaces de Mao.
Y explicita una idea en la que yo no había reparado y que se me ha quedado grabada: en Tibet la fuerza de las creencias hace que sus habitantes no teman emprender viajes de varios meses o años, con lo puesto y sin más recursos que sus manos y su voluntad. Se unen a las caravanas que vienen y van, haciendo pequeños trabajos a cambio de un tazón de caldo si hay suerte, o una taza de té con manteca rancia… o bien piden cobijo en los monasterios y pequeñas ermitas que encuentran en el camino. Duermen al raso, envueltos en sus harapos. Todo por peregrinar, no por ocio o placer como hacemos nosotros, seguramente no por buscar una experiencia vital, o razonada de esta manera… Pero un pueblo que no teme a hacer esos viajes tan duros, es un pueblo fuerte, difícil de batir. Quizá por eso siga clamando por su libertad, por su derecho a vivir en paz con su cultura, su religión, sus tradiciones. Su derecho a no ser aculturados, sometidos a otras reglas y digo bien: sometidos, condenados a ser ciudadanos de segunda o tercera clase. No creo en los nacionalismos, pero sí en la dignidad de los pueblos y en su derecho a no ser atacados impunemente.
Tibet, sigo soñando contigo y espero verte pronto… o cuando sea.
Par de gansos!! 🙂 si, algunos de esa famosa lista van cayendo, pero son tantos… En fin, espero que otros lectores encuentren inspiración para leer y regalar en estas fechas 😉
Ya sabes amigo Carlos que de esa lista de pendientes se van tachando algunos 😉 Aunque la lista crece y crece…
jajajajajajaja lo apunto a la lista de pendientes 😉
Hola Alicia, tengo los libros de Alexandra en la lista de pendientes 😉