Título: A qué esperan los monos
Autor/a: Yasmina Kadhra
Reseña hecha por: Alicia Ortego @Alisetter
Las novelas de este argelino con seudónimo de mujer (los nombres de su esposa), son para mi un valor seguro.
Sé que escribe muy bien, que suele tener un poso poético en muchas de las escenas que desarrolla, y también un poso de denuncia… Suele hablar de la Argelia contemporánea, ese país que aquí parece que hemos olvidado.
Yasmina Khadra es en realidad Mohamed Moulessehoul, nacido en el Sahara argelino, y hasta el año 2000 miembro del ejército de su país. No es que siempre publicara con un seudónimo, pero sí que llegó un momento en que no quería autocensurarse en lo que escribía (ya estaba en el ejército cuando publicó sus primeras novelas).
Sí, un comandante del ejército que acabó renunciando a la institución por dedicarse a escribir y escribir, algo que siempre había hecho, y además con libertad. Mucho de lo que ha escrito tiene que ver con la lucha encarnizada que se vivió en los años 90 entre el ejército argelino y los islamistas.
Cuando todo esto se supo, muchos se sintieron decepcionados o censuraron sus escritos. Unos, porque creían que era realmente una mujer. Otros, porque en sus libros denunciaba esa guerra civil en la que él mismo había combatido.
Un logro poder escribir con la mirada de una mujer ¿no? Yo me quedo con eso, porque realmente así me lo parece, que tiene la sensibilidad y la forma de escritura que se supone tenemos las mujeres. Y hasta le perdono que fuera “soldado” (lo siento, pero la institución del ejército no me gusta).
A qué esperan los monos es una novela del género policíaco. Una historia que se desarrolla en Argel a partir de un cruento asesinato, el de una joven que aparece en una cuneta desnuda y cruelmente asesinada, y no cuento más.
A partir de ahí se entremezclan las historias de la comisaria encargada del caso y sus compañeros, con el seguimiento de las pistas del caso… Historias donde la cúpula de corruptos que gobiernan el país desde hace décadas, en plena Primavera Árabe, también tienen un papel protagonista. La historia es a veces trepidante, a veces poética, a veces sórdida…
El discurso del poderosísimo corrupto que cuenta cómo llegó a donde llegó es como un análisis de lo que pasa a esos tipejos que se dejan llevar, impulsar hacia delante y hacia arriba, e imponerse cuando llegan, siendo capaces de absolutamente todo.
“El mundo es así. Somos culpables por delegación y víctimas por defecto. Yo no he pedido ser un déspota. Ignoro cómo ha llegado a ocurrir. Empieza del modo más sencillo: una simple cortesía, un tímido ruego, una petición de enchufe, un agradecimiento con la boca pequeña, un beso en la frente, un beso en la mano, luego otro en los zapatos hasta que ya no puedes caminar sin pisar el cuerpo de los propios aduladores (…) Luego te inventan unos méritos que te son del todo ajenos, unas virtudes que ni siquiera sospechabas, te dan coba y te idolatran hasta que tus pedos huelan a incienso”
Frente al dibujo somero de cómo se vive este momento tan reciente en la historia de los países árabes, en Argelia (se sitúa en los días de la Primavera Árabe). Aunque siempre con sobrecarga histórica de los años anteriores y el lastre que supone para el país, a todos los niveles.
Y sí hace un alegato muy contundente hacia el final del libro. Una especie de crítica, lamento, y llamada al cambio de un país que no se merece todo esto, con un apoteósico final digno de una película de Tarantino.
Esa gente que carece de casi todo y se entrega sin reserva, que ha aprendido a solidarizarse sin alcanzar a reconocerse en la oscuridad a la que la han arrojado los rboba. Un pueblo admirable. Ni los abusos ni las desilusiones han conseguido desalmarlo. El pueblo argelino ha sabido seguir siendo valiente, noble en la derrota, irreductible, mantenerse en pie incluso cuando la adversidad supera todo lo concebible. Han confiscado sus valores, cosificado sus mitos, ninguneado a sus artistas y acogotado a sus ídolos y campeones, pese a lo cual sigue creyendo en cada estrella que reluce en el firmamento, en cada amanecer repetido hasta el hastío, soñador gracias a su fe, paciente por inmortal…
En fin, un libro muy entretenido, más aún si os gusta este género, con el que además te transportas a una Argelia que es más moderna de lo que nos representamos mentalmente, pero que sigue luchando por salir adelante entre las adversidades, que las tiene todas y empezando por sus tripas…