Titulo: Guía de Mongolia
Autor: Svetislav Basara
Reseña hecha por : Carlos Valadés @carlosvalades
Mayo. Siempre fue un mes convulso. Las feromonas primaverales se desatan. Hay un montón de flores y de hierbajos que crecen sin control en la misma proporción que los extrañados alérgicos. Los primeros tirantes, las quemaduras a traición y el ‘qué me pongo hoy’. Con todos ellos, las casetas de la Feria del libro, de puntillas, como un ejército de caballos de Troya, irrumpe en el Retiro. Sin más. Una tromba de lectores, mirones y paseantes desplazan el territorio natural de patinadores, ciclistas casuales y corredores habituales. Entre ellos, yo. Es una ocupación no violenta, gandhiana y cultural. Las letras contra el fitness.
Entre el archipiélago de casetas, descubro una editorial pequeña en la denominación, pero mayúscula en su labor: Editorial Minúscula. Adquiero “Guía de Mongolia”, ya que el próximo verano tengo la intención de recorrer el transiberiano, haciendo parada y fonda en Ulan Bator.El libro pertenece a la colección PAISAJES NARRADOS, y lo firma un serbio, Svetislav Basara.
El protagonista recibe una carta de su mejor amigo antes de suicidarse, y le encarga el trabajo de redactar una guía de Mongolia para una prestigiosa revista, que pensaba haber realizado antes de pensárselo mejor y despedirse del mundo de los vivos.
El redactor se traslada al hotel Gengis Khan, de Ulan Bator, donde se hace parroquiano del bar, compartiendo barra con los personajes más desopilantes de la capital mongola.A partir de aquí entro en un libro inclasificable, enigmático, con un estilo que recuerda a Enrique Vila Matas, meta literario e imprevisible.
No es casualidad que Basara haya elegido Mongolia, el país con menor densidad demográfica del mundo, para llegar a ninguna parte solo hace falta un día de marcha. Un lugar donde eludir a la especie humana, donde esconderse de todo, desparecer de nosotros mismos, y solo en esas condiciones de aislamiento y reflexión llegar a verdades perseguidas desde que comenzamos a caminar erguidos y decir papá.
Crecer bajo los dictámenes del telón de acero debe marcar. Las personas forjadas en países de influencia soviética desarrollan una crítica al sistema socialista que supura, a veces sutilmente, y otras de manera más abrupta, en algunos párrafos que son minúsculos misiles a la línea de flotación del kremlin. Basara ironiza de manera mordaz. Se burla del empleo funcionarial, con meteorólogos que son fusilados por incorrectas predicciones, los precios son los mismos cualquiera que sea el objeto a adquirir, y los conversos que abrazan la fe comunista terminan en Ulan Bator, tratando de eliminar las estupideces sedimentadas en el cerebro a base de alcohol.
Occidente tampoco escapa a su mordacidad, sugiriendo que los sabios jinetes de la estepa se dieron cuenta de que allí no había nada bueno y así como llegaron, se fueron. En el bar del hotel Gengis Khan, es posible charlar con la adorable Charlotte Rampling , autoexiliada, adicta a los capuchinos italianos y residente en Mongolia, de donde solo se escapa para terminar algún rodaje. O con un obispo holandés que cumple su sueño de realizar misiones en un país lejano. O puedes aceptar ser psicoanalizado en una habitación del hotel bajo un retrato del mismísimo Sigmund Freud.
Porque en este país, nada es lo que parece. Todo transcurre en la enjuta línea entre el sueño y la vigilia, estado vaporosamente somnoliento y los recuerdos de una mirada perdida en la niñez nos devuelven al pasado, a la inocencia, a la fuerza bruta del amor que sentimos por primera vez, entre pupitres y bolis o en las interminables tardes de verano. Tiempos mágicos, de promesas eternas y juramentos prohibidos. Y tal vez todo se reduzca a esa búsqueda, al desasosiego que se introduce en nuestros sueños, o en los de otros, que más da el quién, si lo que importa es el qué, caminando en los márgenes del desvelo. Solo en esos paseos fronterizos podemos llegar a saber quienes somos. Al final, no somos responsables de nuestros sueños, como ya dijo San Agustín.
Ojalá existiesen más guías de viaje que no son guías, para que yo pudiese seguir escribiendo reseñas que tampoco son reseñas.
Estoy tratando de conseguir este libro.
Realmente no encontrarás en Ulan Bator la belleza de las Maldivas (por ejemplo) pero no te decepciona en absoluto, ver una pantalla gigante super fashion en la calle mientras los abuelos fuman rapé a sus pies no tiene precio.
es genial ese sitio, los que lo llevan son una familia de la zona del Gobi, son muy pero que muy amables. no vayas a la UB Guesthouse, nos dio la impresión de que son muy ambiciosos, cuando fuimos a negociar el tour no se preocupaban porque viéramos, por los días que teníamos, la cosa era venderlo a toda costa, sin embargo los de Golden Gobi fueron super claros y con un mapa nos dijeron: en 8 días si no quieres estar todo el día en el jeep esto es lo que podéis hacer.
la hermana de Bob -uno de los dueños- ya verás qué exótica, mongola tintada de rubio, parece que no fuera de allí. algún día volveré, a mí me encantó la ciudad -a pesar de no tener nada de lo que nos parecería estéticamente pasable- pero me fascinó, quizá porque es de las pocas ciudades que hay en Mongolia. eso sí, cuidado con los huecos que hay en la calle, a veces las alcantarillas están destapadas y son un auténtico peligro
Hola Carlos. Gran post, seguro que encuentras muchas cosas especiales en una Ulan Bator que aunque no destaca por belleza si lo hace por sus contrastes y por sentir en muchas formas que ya has llegado a Asia. Buen viaje amigo 😉
Muy bueno el libro de Roth, lo pude leer hace años 🙂 Echa vistazo a ´´ Entre Rusos´´ de Colin Thubron 😉
Gracias Claudia. Estoy deseando llegar…. buscaré alojarme en tu recomendado Golden Gobi Ghesthouse 🙂
Gracias Juliano 🙂
Es importante dar a conocer este tipo de iniciativas editoriales. Ay, ese transiberiano que nos espera… 😉
me ha gustado mucho el post, lo de Charlotte Rampling no me hubiera imaginado, realmente Ulan Bator es una ciudad muy muy peculiar, ya veréis
Alto nivel esa Editorial Minuscula. Si lo ve.
Voy a hacer una encuesta si la hay por Brasil.
Aunque no haya, la divulgaré para los cercanos.
Felicitaciones a Carlos por la reseña.
Este libro fue una de mis compras del Día del Libro y está en mi biblioteca del Pre-transiberiano esperando su turno 🙂
La verdad es que la Editorial Minúscula tiene unos libros increíbles, yo ahora mismo me estoy leyendo Viaje a Rusia de Roth, interesante cuanto menos.
Gracias Alicia. Si, tiene muy buenos títulos. Editoriales independientes que arriesgan dando a conocer a autores que pasarían inadvertidos. Como siga abierta la feria del libro tendré que pedir un crédito 🙂
Gran post, Carlos, me ha encantado! sí, esta editorial tiene títulos muy interesantes… yo también he adquirido un libro suyo en la Feria este año «Pasajera a Teherán», ya os contaré ;-), y éste también me llamó la atención, quizá vuelva en un ratillo, hay tiempo hasta este domingo! 🙂