Título: La fábula de la alforja robada
Autora: Bahiyyih Nakhjavani
Reseña hecha por : Alicia Ortego @Alisetter
Siguiendo la mejor tradición de cuentacuentos del mundo árabe, es decir, Las mil y una noches, este libro nos lleva de viaje por desiertos, por tiempos de caravanas, por historias de yins (genios) y encantamientos, y nos hace soñar igual que un libro de relatos de viajes.
“La libertad, para el beduino, era el aire del desierto que respiraba. Era ese espacio abierto a todas las posibilidades, de lo conocido a lo puesto en tela de juicio, ese lugar inhabitado, en suspenso entre realidades aparentes. Nació heredando ese vacío. Fue un legado que recibió gratis. … Descubrió que los habitantes de las ciudades desconfiaban de esa herencia: confinaban sus miríadas de significados en lo más profundo de las voluntades y murallas humanas”
He disfrutado muchísimo leyendo esta historia de historias, una historia o fábula coral, como dicen algunos, con un capítulo dedicado a cada personaje.
El cuadro general está ahí, pero sólo poco a poco se va desvelando desde todos los puntos de vista de los que en él están actuando.
Una novia que ve visiones (o está poseída por yins), una esclava judía abisinia que tuvo una vida realmente dura y fue separada de su querida Etiopía para servir en una casa de un comerciante persa, un estafador indio, un peregrino uigur, un occidental disfrazado (un espía!), un muerto… Todos se encuentran en una caravana, buscando refugio entre sí para cruzar el peligroso camino en los desiertos que transcurre entre Medina y La Meca, las dos ciudades más sagradas del Islam.
El peregrino era un uigur del noroeste de China y hablaba una curiosa mezcla de turco y parsi que pocas personas comprendían. Llevaba muchos años viajando cuando llegó a los desiertos de Arabia… Como el cambista era la única persona de la caravana que entendía esta mezcla de idiomas, el peregrino intentó hablarle de su filosofía de la vida y de cómo desde los quince años uno debía proponerse en su corazón aprender, de forma que a los setenta uno pudiera seguir los dictados del corazón.
Ciudades que ya conozco, otras que no conoceré, y otras que sí espero conocer, se citan y mezclan evocando los sueños viajeros, irremediablemente. Nombres míticos como Samarkanda, Kermán, Bagdad, Damasco, Constantinopla, Bombay, y por supuesto La Meca, entre muchos otros, se dan cita en esta historia.
Una historia de aquellos continuos trasiegos de caravanas, comercio entre continentes por tierra y por mar (y ahora que estoy leyendo Los árabes del mar, de Jordi Esteva, resuenan ecos de esta historia), llenas de mercancías fantásticas que despertaban la codicia de los bandidos que actuaban en el desierto, en los pozos donde inevitablemente había que parar a beber, a abrevar, a revivir un poco en ése clima hostil…
Y he aquí que unos manuscritos desencadenan un montón de sucesos. La palabra escrita, ay la palabra escrita, qué mágica y poderosa puede llegar a ser…
El pequeño paquete contenía páginas y más páginas, rellenas con los susurros de una caligrafía fina. La muchacha las acarició largamente y mientras lo hacía se fue calmando, y una tranquilidad absoluta se apoderó de ella. … Y luego se encerró sola en el takhteravan y leyó a solas las páginas del ángel.
Sí, un libro, unos manuscritos, pueden desencadenar muchas cosas. O ser el soporte de muchas creencias, maneras de actuar, y todas las consecuencias que ello conlleva. Y si no, que se lo digan a la Biblia y al Corán, ¿no? Por poner un par de ejemplos…
Bahiyyi Nakhjavani es una escritora de origen iraní pero ya nacida en la Gran Bretaña, y educada entre este país y Uganda.
De nuevo una escritora de origen iraní nos regala un relato evocador y bello, donde cada párrafo tiene su sitio preciso.
Cuánto talento hay en el seno de la cultura persa, cuánto talento.