Titulo: Colinas que arden, lagos de fuego. Nuevos viajes por África
Autor: Javier Reverte
Reseña hecha por: Carlos Olmo Bosco @vagamundo
«Volver a las colinas, las praderas, los bosques y los lagos del este de África, después de varios años de ausencia, acelera los latidos del corazón y renueva los fluidos del espíritu. Además de eso, recorrer a pie alguno de sus senderos, igual que lo hicieron los antiguos exploradores, resulta tan emocionante como diferente a otro tipo de viaje. Caminándola, se percibe mejor la esencia de África, que no es otra que la esencia misma de la palabra aventura.»
Con un comienzo así, cualquiera que ame África y la literatura de viajes no soltará el libro hasta el final, y eso es lo que me pasó a mi, ya que me lei el libro en dos tardes, una por cada viaje que nos cuenta Javier.
Es un libro ameno y muy entretenido, en el que Javier, como es habitual, mezcla Historia, historias e historietas, con un sentido del humor muy personal, pero creo que los que nos hemos leído sus anteriores libros africanos esperábamos más, después de 10 años de Los caminos perdidos de África (2002).
Poco después de mi primer gran viaje africano, en 1996, por Kenia, Uganda, Zaïre y Tanzania/Zanzibar, donde me afectó irreversiblemente el llamado Mal de África, cayó en mis manos el primer libro de la trilogía africana de Javier Reverte, El sueño de África: En busca de los mitos blancos del continente negro. (1996).
En él, Javier hacía una ruta muy parecida a la mía y contaba de manera magistral, salpicada con su propio viaje personal plagado de encuentros y desencuentros, la convulsa historia de esta región de África donde las potencias coloniales trataban a los países como fichas de dominó, y donde poderosos dirigentes como la reina Victoria de Inglaterra se permitía regalar a su primo el Kaiser Guillermo el monte Kilimanjaro, porque ella tenía suficiente con el monte Kenia.
Leyenda o realidad, lo cierto es que la pobreza y desesperanza que sigue atenazando a gran parte del Continente Negro está causada por una división geopolítica hecha a escuadra y cartabón sin atender a la estructura tribal de la sociedad africana, y por la rapiña de sus recursos naturales por multinacionales sin escrúpulos que corrompen a una clase política que casi siempre sale impune .
El sueño de África me sigue pareciendo, 16 años después, el mejor libro de viajes de Javier Reverte, pero es una apreciación totalmente subjetiva, porque la persona que ha leído los siguientes libros de él no es la misma que después de ese viaje por África dejó tirada su carrera profesional y regresó, esta vez al África austral, para seguir las enseñanzas de una de las frases favoritas de Javier Reverte, «La aventura es la única manera de robarle tiempo a la muerte», del francés Paul-Émile Víctor, explorador del Polo.
En Colinas que arden, lagos de fuego, Javier nos cuenta dos viajes por África hechos con amigos y familiares, y ahí creo que radica la diferencia principal con sus libros anteriores, en los que había viajado sólo.
Como viajero que viaja solo, pero no en solitario, creo que uno tiene muchas más oportunidades de acercarse a los locales, porque, como me ha pasado muchas veces, les das «pena» ya que no entienden que alguien viaje solo teniendo pareja o familia, se abren de una manera que te permite rascar algo más que la superficie, y es un filón de oro literario que en viajes anteriores Javier extrajo magistralmente.
El primer viaje, en 2008, lo hizo desde Nairobi al lago Turkana, en una época convulsa para Kenia en la que el turismo prácticamente desapareció por los «troubles», como les llama Javier en el libro, entre los kikuyus, la etnia dominante, y otras etnias como los kalenjin y luo, a raíz de las elecciones presidenciales de diciembre de 2007, supuestamente fraudulentas, disturbios que causaron cientos de muertos.
El segundo viaje le lleva en 2009, junto a un variopinto grupo de amigos y familiares, a su país preferido de África, Tanzania, con el objetivo principal de navegar por el lago Tanganika en el transbordador Liemba, que surca sus aguas casi ininterrumpidamente desde 1915 .
En los dos viajes Javier repite hasta la saciedad, por culpa de las vicisitudes que les suceden, la frase «en África todo se complica de la forma más inesperada y acaba por resolverse de la forma más imprevisible», cortada de raíz por sus compañeros de viaje con una gran dosis de cachondeo como si Javier fuera la versión africana del abuelo Cebolleta, el inmortal personaje de Vázquez.
Javier Reverte suele documentarse profusamente para escribir, de hecho en éste la sección de bibliografía incluye 25 libros, entre ellos varios en los que se habla de la película La reina de Africa de John Huston, con Humphrey Bogart y Katharine Hepburn, pero Javier comete un error imperdonable para cualquier cinéfilo cuando dice que Spencer Tracy era el marido de Katharine Hepburn, cuando nunca se casaron, aunque sí fueron pareja durante 25 años.
En la solapa de la contra Javier dice que «África te conquista por los sentidos. Y su sensualidad regresa cuando escribes sobre ella», y está claro que Javier también está afectado por el Mal de África. Por ello no puedo dejar de recomendar este libro, aunque sólo sea porque después de su lectura el lector que no haya leído la trilogía africana seguro que se lanza a devorarla con la misma fruición de los leones devoradores de personas de Thika de la novela.
Tengo desde El Río de la luz todos sus nuevos libros en la lista de pendientes, espero seguir disfrutando muchos años de la lectura de uno de los grandes de nuestra literatura viajera. Le debo muchos agradables momentos de lectura y de aprendizaje al amigo Rervete
Gracias por vuestros comentarios, está claro que Javier Reverte es uno de los grandes de la literatura de viajes y no es fácil mantener el listón tan alto tantos años
He leído este libro y los anteriores de Javier Reverte y tengo que reconocer que disfruto mucho haciéndolo y siempre he admirado su magistral de sus propias vivencias personales con las reseñas históricas de los lugares que iba visitando……. excepto en esta ocasión, lo he visto mas quejica que nunca y como pasando muy de largo por esos paisajes tan maravillosos. No se si es por la edad o por la compañía, pero da la sensación que disfrutaba mas con las cervezas frías de las que daba buena cuenta por el camino que otra cosa. No se, tal vez, sea una sensación, pero me ha parecido un viaje a la carta, todo muy rápido y sin tiempo casi de interactuar con la gente del lugares, vamos justo lo contrario de mi amigo vagamundo.
Tengo el de El sueño de Africa, y lo empecé a leer en su día pero tuve que dejar por motivos personales, y lego al retomarlo me aetecía otra cosa, pero me estaba gustando, así que lo retomaré, si dices que para ti es uno de sus mejores libros.
Con respecto a lo de Humphrey Bogart y Katharine Hepburn, bueno, es un error de títulación oficial, pero en conocimientos estaban más que casados, jeje, igual es que Javier Reverte, pasa de títulaciones (es broma).
Reseñas así no le dejan a una concentrarse en el trabajo… sobre todo cuando ya se anda con morriña de «África» de antemano (entre comillas porque África no es un país, aunque algunos se empeñen en creer lo contrario).
Gracias por traerme buenos recuerdos!
PD. Mi experiencia es que «muzungus» viajando solos intimidan menos que un grupo de «nasarahs»; puede que por eso sea también más fácil «tener acceso» a la población local cuando no se tiene compañer@ de viaje…
En primer lugar, ¡Enhorabuena por la reseña! Precisamente estoy leyendo «En mares salvajes, un viaje al Ártico» y ya sé cuál va ser el próximo libro que va a caer entre mis manos 😉