Título: Colinas que arden lagos de fuego
Autor: Javier Reverte
Reseña hecha por : Pablo Strubell @PabloStrubell
Hay autores que llevan África en la sangre y necesitaran volver a ella una y otra vez; como si fuera una droga para el espíritu. Javier Reverte es uno de ellos. Porque, a pesar de conocer medio mundo (o más), haber estado en todos los continentes, de poseer una curiosidad innata por el mundo que le rodea… siempre acaba regresando, una y otra vez, a este continente. De hecho, como el autor reconoce en el libro, “África es un continente que para mí ya tiene mucho de hogar”.
Colinas que arden, lagos de fuego (Ed. Plaza y Janés, 2013) es su nuevo libro y con él regresa a Kenia y Tanzania y, en esta ocasión también, a Zambia. Sin embargo, a diferencia de ocasiones anteriores en las que tan solo iba acompañado de su cámara de fotos y libreta, en este viaje se rodea de otros amigos y familiares con los que comparte la ruta. Literariamente, lo cierto es que tampoco importa demasiado: el resultado es un libro igual de interesante y ameno de leer.
Así el libro, como el autor indica en su prólogo, se articula en tres viajes: uno que realizaron por Kenia en 2008, y que les llevó desde Nairobi hasta el lago Turkana (incluyendo un buen trecho realizado a pie). El segundo por Tanzania, en 2009, en el que empezando por Dar es Salam, recorrieron a pie el Parque Natural de Selous y el interior del país, hasta el lago Tanganyika que visitaron a bordo del mítico transbordador Liemba. Y el tercero (en realidad una extensión del segundo) que, nuevamente empezando en Dar es Salam, les llevó a cruzar el país en tren destino a Zambia para visitar en Chitambo, el lugar donde reposa el corazón del gran explorador Livingstone.
Como en libros precedentes del autor éste se lee en un abrir y cerrar de ojos. Su prosa es directa, sencilla, poética en ocasiones, pero en ningún caso pretenciosa o complicada. Sin duda, una de las razones del éxito del autor. Otra puede ser el acierto con el que combina pasajes descriptivos con otros de acción, anécdotas, historia y, en este libro también, naturaleza, con lo que el lector se hace una visión completa del día a día del viaje, de las anécdotas que en él van sucediendo y, sobre todo, de las dificultades de moverse y visitar este continente. Y, desde luego, el acierto del autor que es el saber mirar y detenerse en los detalles, cosa que logra que el lector se empape de la cultura e idiosincrasia de los lugareños de los países que visita.
El único pero que encuentro a este, su segundo libro sobre la región (el primero fue Vagabundo por África), es que a veces se tiene la sensación de que las mejores historias ya han sido contadas en aquel libro. Es cierto que en este nos desvela nuevamente muchas curiosidades de rodajes de películas que acontecieron por allí, sobre la naturaleza o incluso sobre la muerte misma del explorador Livingstone. Pero hay otras que pecan de largas y detalladas, como si el autor sintiera necesidad de rellenar. Un ejemplo es la cantidad de detalles de la contienda entre la colonia británica y la alemana durante la guerra mundial y que se hacen eternos, al menos, para alguien poco interesado en conflictos armados como yo. Y me sorprende, por último, que no haya dedicado ni una sola línea a alguna de las numerosas etnias que pueblan ambos países.
En cualquier caso, me siguen entusiasmando los encuentros casuales del autor con personajes interesantísimos, plasmados en diálogos en los que logra sacar la información más relevante y que ilustran perfectamente el modus operandi o la manera de pensar del africano. Y, por supuesto, encuentro casi siempre acertadas las reflexiones que el veterano viajero hace sobre el continente y sus habitantes… “La vieja norma no escrita se cumplía una vez más: en África todo viaje se complica siempre de la forma menos previsible y se arregla al fin de la manera más inesperada”. O como cuando parafrasea, de Katharine Hepburn, con tanto acierto, que “dicen que sí a todo y luego hacen lo que les parece bien. Con ellos empiezas a aprender lo que es la paciencia. Porque ellos ya lo han aprendido y ésa es la diferencia.”
Y son sensacionales las pequeñas historias que van apareciendo en el libro: cómo la del explorador alemán Krapf descubrió el monte Kenya; o la aventura de Benuzzi y otros prisioneros de guerra que se escaparon del campo de prisioneros para coronar esta montaña (volviendo luego al campo…); el barón Bror Blixen, el aristócrata con el que se casó Karen Blixen (Memorias de África); Wilfred Thesiger, el explorador que vivió en Kenia durante tantos años; el teniente Von Höhnel, que junto a Teleki, descubrieron el lago Turkana… tantas y tantas que no es posible enumerar aquí y que hacen de este libro, nuevamente, una referencia imprescindible para todos aquellas personas interesadas en Kenia y Tanzania y que quieran saber más de su historia, costumbres y, sobre todo, lo difícil que sigue resultando viajar en esta región.
Gran reseña Pablo, Tengo que volver a las lecturas de los libros de Javier Reverte, Había leído todos de forma compulsiva hasta «El río de la desolación». Posteriormente lo he dejado un poco de lado, pero retomaré pronto la lectura del maestro. Un abrazo amigo y gracias por ilusionarnos de nuevo con la mirada africana 😉
Es una excelente reseña, cuando un lector se une a la mente del escritor.. Puede lograr algo así.