Título: El camino hambriento
Autor: Ben Okri
Reseña hecha por : Alicia Ortego @Alisetter
De la mano de las siempre cuidadas ediciones de La Otra Orilla, y de su caseta en la Feria del Libro de Madrid, descubrí a Ben Okri, un escritor nigeriano afincado en Londres, miembro de la Royal Society of Literature y valedor de numerosos premios literarios internacionales.
Son escasos los referentes de literatura del África Subsahariana, o al menos no se publican en España con la misma difusión que los de otras nacionalidades. Quizá esto cambie, quizá algún día… y contar con Ben Okri entre los que tenemos acceso con cierta facilidad, es una alegría.
Ben Okri me sorprendió y definitivamente me gustó.
Un estilo, una historia que no me imaginaba y que resulta extraña en nuestra cultura, pero que –creo- refleja muy bien el modo de pensar africano, y su realidad cotidiana.
Ben Okri escribe sobre una creencia africana, la de los abiku, niños-espíritu que al sentir el sufrimiento desean volver al más allá, en memoria de una vida idílica.
“En el principio había un río. Luego el río se convirtió en camino y se ramificó esparciéndose por el mundo entero; y como antes había sido río, siempre tenía hambre.
En aquella tierra primigenia, los que aún no habíamos nacido nos confundíamos con los espíritus. Asumíamos numerosas formas. Muchos éramos pájaros. No conocíamos límites. Teníamos fiestas, juegos y tristezas sin cuento. Celebrábamos muchas fiestas a causa de los bellos terrores de la eternidad. Jugábamos mucho porque éramos libres. Y nos entristecíamos mucho porque, entre nosotros, siempre había alguien que acababa de regresar del mundo de los vivos. Volvía inconsolable por todo el amor que había dejado, todo el sufrimiento que no había redimido, todo lo que no había comprendido, y por lo que apenas había empezado a aprender antes de ser atraído de nuevo a la tierra de los orígenes.
Ninguno de nosotros deseaba nacer. Nos disgustaban los rigores de la existencia, los anhelos insatisfechos, las injusticias consagradas del mundo, los laberintos del amor, la ignorancia de los padres, el hecho de morir y la asombrosa indiferencia de los vivos en medio de la sencilla belleza del universo. Temíamos la dureza de corazón de los seres humanos, pues todos nacen ciegos y pocos llegan a aprender a ver”.
El camino hambriento tiene un protagonista fuera de lo común, un niño-espíritu que no se quiere ir al más allá, que quiere seguir viviendo. Quiere seguir formando parte de su familia, de sus padres… seguir siendo testigo de sus vidas y de las del pueblo donde vive. El problema es que es un espíritu, perturba a los vivos (si lo ven o lo sienten), y es reclamado por los espíritus. Muchas veces ellos no le entienden, creen que está desorientado, despistado, que no sabe ir al lugar que le corresponde.
Ben Okri escribe de forma precisa, bella, poética… en determinados momentos parece que te pierdes en la historia, no sabes si el niño que está hablando es el de los tiempos en que estaba vivo, o el del presente espíritu, pero la historia y las escenas que discurren a través de los ojos de Azaro, es lo verdaderamente importante.
El autor nos habla de la realidad africana, del día a día de muchas familias, sus relaciones, sus sueños, sus esperanzas, de los gobernantes que les consideran y utilizan como sus piezas de ajedrez en la carrera sucia del Poder y el Dinero…
“Mamá hirvió agua, lavó las heridas de papá y puso sus manos encima de las magulladuras. Él nos contó su historia. Era muy común. Unos hombres lo habían abordado. Estaban borrachos. Le preguntaron a quién iba a votar. “A nadie”, dijo él. Se le echaron encima, cogieron su dinero, e iban a hacer algo peor cuando apareció la mujer. Huyeron”.
Una realidad mediatizada por los espíritus, esos seres o entes en los que ellos creen, ven, sienten, padecen…
“Mucha gente vive en nosotros –dijo papá, como si nos estuviera leyendo el pensamiento-, muchas vidas pasadas, muchas vidas futuras. Si escuchamos con cuidado, el aire está lleno de risas. Los seres humanos son un gran misterio”.
El animismo sigue estando muy vivo en África, e incluso algunas malas personas lo explotan aquí como herramienta para amarrar a pobres inmigrantes, para esclavizar a muchachas que salieron de su país llenas de sueños y esperanza, y acabaron en manos de mafias que las amenazan y extorsionan con sus creencias. Por cierto, las mafias nigerianas son famosas por ello, al menos en España.
El animismo es también una forma de pensar y explicar el mundo que nos es absolutamente ajena e incomprensible… ¿o no? El caso es que en nuestro país y cultura hay grandes ejemplos que relativizan esta afirmación que acabo de hacer. Vírgenes que se aparecen, santuarios donde hallar la sanación (física o del espíritu), reliquias que sangran o lloran en determinados días, curanderos que van más allá de aplicar remedios naturales, zahoríes que encuentran agua con una vara, etc., etc.
Las posesiones de espíritus a menudo se relacionan con las enfermedades mentales. Es decir, según los occidentales, en África las enfermedades psiquiátricas y psicológicas se explican por las posesiones de espíritus: cuando una persona muda de personalidad, varía mucho su comportamiento, oye voces en su cabeza, se desorienta, desaparece, etc., etc. Quizá sí, quizá no. Quizá es nuestra forma de explicar lo que ocurre allí.
Os recomiendo mucho la lectura de este libro, que por cierto es el primero de una trilogía que sigue con Canciones del encantamiento y Riquezas infinitas. Sé que ambos los acabaré leyendo, pero con espacio entre uno y otro, para paladearlos y para intentar entender mejor esta otra forma de mirar el mundo, de afrontar la vida, aunque no la comparta o no la pueda creer.
Hola Ivan me podrias orientar donde consigo Ebooks
ya que uso lentes y me cuesta mucho trabajo leer
te agradecere si me regalas algunos linkos
Gracias
Gracias Ivan! Estaría muy bien! Uh, perdón por la charla anterior, ahora veo que es una parrafadaaa… 🙂
Gran reseña Alicia. Ahora con los e-books quizá empiecen a aprecer más escritores de diferentes partes del mundo 😉
Hola Carlos! qué bueno verte por aquí otra vez! :-)… yo creo que una cosa es que falten autores editados aquí, en España, y otra cosa es que falten autores en general…
No tengo ni idea de si al sur del Sahara hay muchos o pocos escritores, pero desde luego no lo podemos averiguar con lo que editan aquí. Y como bien dice Carlos (Vagamundo), la mayoría de los que se editan no viven en sus países de origen, sino que son personas que han emigrado a países occidentales y han logrado que les hagan caso en estos.
Me consta que algunos de estos escritores, precisamente, han emigrado por cuestiones políticas… Claro, si juntamos los regímenes políticos que no permiten la libertad de expresión, las tasas de analfabetismo, la pobreza de gran parte de la población, y el hecho de que son culturas que hasta no hace muchos años, a veces ni siquiera un siglo, su principal tradición literaria era la oral, no la escrita… y a ello le unimos la falta de interés de las editoriales por escritores de esta parte del mundo, pues mira, el resultado es que difícil acceder a ellos.
En fin, hace unos años ocurría también con los escritores asiáticos, y de un tiempo a esta parte, se han editado unos cuantos títulos. Hablo de escritores de India, Pakistán, Vietnam, por supuesto Japón -tan de moda-, etc. Aunque también muchos de estos, sobre todo de los primeros, son escritores que no viven en sus países de origen, por lo menos todo el año.
Quizá, más adelante, llegue la hora de los africanos. 😉
La falta de autores se explica, además del escaso interés que pqarece que suscitan aquí, porque todos conocemos un poco la realidad africana, y antes de crear, hay que comer. Espero que no sean solo prejuicios míos….
Efectivamente… en la música aún alguno supera las fronteras, pero si quieren «triunfar» han de salir de su país, y también son pocos… así se trata a los ciudadanos de tercera de este planeta 🙁
Todavía es más difícil, casi imposible, que lleguen a España libros de escritores locales que vivan en el país; es otra de las grandes injusticias en África, si no emigras tus posibilidades de publicar en el extranjero son ínfimas, a muchos sólo les queda la patera o el deporte