Título: El gran bazar del ferrocarril
Autor: Paul Theroux
Reseña hecha por: Ele Baños @mi_vertigo
¿Por qué como viajeros nos preocupamos tanto del destino y no del viaje que nos lleva hasta él? ¿Por qué cuidamos tanto las visitas que realizaremos, las actividades que haremos una vez que se estemos allí, en el destino final? ¿Y qué pasa con todo el camino que tenemos que recorrer? ¿No es parte del viaje? De hecho, ¿no se trata del propio viaje (Viaje = Traslado que se hace de una parte a otra por aire, mar o tierra. – Diccionario de la Real Academia de la Lengua)?
En esto, Paul Theroux no es un viajero al uso. Siempre ha tenido claro que el trayecto era el fin, el objetivo y el motivo de todo eso. Como resultado ha creado una colección de libros que son un verdadero homenaje al recorrido, al viaje: Si un tren es grande y confortable, ni siquiera necesitas un destino; un asiento en un rincón es suficiente y puedes ser uno de esos viajeros que están quietos en movimiento, avanzando sin sentir la necesidad de llegar.
Este libro recoge un viaje que realizó hace 36 años (en 1975) en tren. En muchos trenes. Sin un destino y sin un itinerario del todo claro: el único objetivo era tomar trenes que le alejaran de Londres por el mero placer de desplazarse por las vías ferroviarias. Desde Londres hasta Rusia… pero antes pasando por Turquía, Irán, Afganistán, India, Vietnam, Birmania, China, Japón… recorriendo kilómetros pero, sobre todo, recorriendo personas. Y es que si algo tiene un tren es que permite, o más bien, incita a la conversación. Como Theroux dice: Yo buscaba trenes y encontraba pasajeros.
“El gran bazar del ferrocarril” habla de ciudades, de culturas pero también de la literatura de viajes y es que este libro es un metalibro, y en sus páginas vemos cómo se va autocreando esa historia narrada:
El viajar en tren excitaba mi imaginación y, por lo general, me daba la soledad necesaria para poner en orden y escribir mis ideas. Viajaba fácilmente en dos direcciones, a lo largo de los raíles, mientras Asia iba desfilando por la ventanilla, y en el interior de un mundo interior, el mundo de la memoria y el lenguaje. No puedo imaginar una combinación mejor.
(…) Pero no sabe (¿cómo podría saberlo?) que las escenas que se suceden a través de la ventanilla del tren, desde la Victoria Station hasta Tokyo Central, no es nada comparado con el cambio que se opera en sí mismo, y que escribir sobre viajes, que al comienzo resulta sin duda divertido, pasa de ser periodismo a ser ficción y llega, casi con la misma rapidez que el “Kodama Eco”, a convertirse en autobiografía. Desde ahí cualquier viaje ulterior va en línea recta hacia la confesión, hacia un desconcertante monólogo en un bazar desierto. La habitación impersonal de un hotel en una ciudad extraña, pensaba yo, lo empuja a uno hacia la confesión.
33 años después Paul Theroux quiso releer este viaje y lo emprendió de nuevo. Saliendo de la estación de Londres, volvió a recorrer esos países comprobando como había guerras que ya habían acabado, otras que habían vuelto a empezar, países que seguían sumidos en la misma pobreza y otros que habían salido tímidamente de ella a fuerza de perder su esencia. A su vuelta (o seguramente durante su trayecto) escribió el que es su último libro: “Tren fantasma a la Estrella de Oriente” pero eso ya son otros trenes, otro viaje y otra reseña.
Estaba buscando una reseña para este libro y he llegado aquí. Voy a curiosear! Muchas gracias!
Pd: y sobre el mero acto de viajar que tanto comparto con Theroux:
http://www.horasdelux.com/introspeccion-del-viaje/
Gracias! Voy a echar un vistazo a la tuya 🙂
Seguro que sí. Es menos burocrático que el Transiberiano!! 🙂 Te he descubierto en Instagram. Buena galería!!
Los que quieras! Me encanta hablar de ese viaje (y de todos, la verdad). La burocracia previa es un poco pesada pero si te organizas bien puedes quitártela rápidamente y lo que verás y vivirás allí bien merece la pena.
El Orient Express es otro de mis sueños viajeros, quién sabe si algún día podré hacerlo 🙂
Hola Ele,
He estado leyendo en tu blog de viajes tu aventura del Transmongoliano. He de confesarte que hace tiempo que me atrae la idea de hacerlo pero tanta burocracia y sobre todo esa barrera que es el alfabeto ruso me echaba un poco para atrás.
Me has vuelto a despertar el interés. Quizá un día te empiece a «pedir» algunos consejos 🙂
Un saludo!
Sin duda lo es! Enhorabuena por tu viaje, Mik!
Acabo de dar con este portal y encontrar este libro me ha hecho revivir el viaje que recientemente he realizado de París a Estambul en tren, siguiendo la misma ruta que los primeros Orient-Express., pero en plan «low-cost». Más de 2000 kilómetros de aventura descubriendo algunos de los misterios y leyendas de los antiguos viajes de tren a través de Europa; siete países, seis trenes, dos husos horarios y cinco días de viaje cruzando el continente europeo desde occidente hasta la exótica puerta de oriente: ESTAMBUL.
Fue un viaje fascinante!
sí, dando un poquito de vuelta, me temo… muchas horas de avión, pero todo sea por llegar a ese destino soñado, y empezar en el Sahel, qué ganassss!!!! bueno, voy a seguir currando, esto no puede ser! 🙂
Un abrazo
Qué viajazo!
qué buen plan, Carlos!
ja, ja! don’t worry por el desorden!! pues nada, habrá que escribir una protesta.. yo, este año, pienso volver a intentarlo tanto de camino a Addis Abeba como en el vuelo de allí a Chad, todo el Sahel debajo de mi, y de día!!! 🙂
Te he contestado desordenadamente, Alisetter, sorry!
El autor tiene una cita increíble sobre eso… pero sí, atrae asistir en primera persona al cambio de continente desde la posición privilegiada de una ventanilla de tren 🙂
¡Gracias, Iván!
Este hombre tiene una bibliografía apabullante, parece que él y su cuaderno han recorrido todo el mundo!
¿Vas a hacer el Transiberiano este verano, Carlos? A lo mejor coincidimos en parte del recorrido porque yo haré en Transmongoliano! Ya tengo planteado el recorrido inicial (que seguro modificaré pero por algo hay que empezar): lo escribí aquí > http://www.mivertigo.com/existe-el-transiberiano/
En este libro Theroux hace el Transiberiano desde Vladivostok a Moscú en plena Navidad de 1975, toda una historia.
Gracias por el comentario
Comparto contigo, Alisette, mi indignación con las azafatas baja-ventanillas! Que yo no he pagado para mirar un trozo de plástico! 🙂
Haces bien en apuntarte el libro, está escrito de forma muy amena y con mucho humor, puro Theroux.
Me atrae mucho esa idea de ir en tren viendo como poco a poco todo se «orientaliza» sin que puedas establecer exactamente dónde se produjo el cambio. Así los lugares que vas a visitar ya van entrando poco a poco en ti antes de llegar.
Bueno, Ele, pues yo voy a tener ocasión de comprobar eso que reseñas este verano, haciendo el transiberiano, asi que este libro me lo apunto, y probablemente me acompañe en el camino. Ya leí «Elefanta suite» del mismo autor. Tres relatos cortos sobre la India actual.
Gran post Ele.
Me fascina viajar en tren o en barco, por cierto , en mi casa tenemos un libro no muy conocido de Theroux ´´ El Safari de la estrella negr´´ sobre un fascinante viaje en África.
Qué bueno, Ele! gran post! no conocía este libro de Theroux, así que me lo apunto también! Efectivamente, los trayectos son buena parte del viaje y aquellos que los desdeñan seguramente se pierdan buena parte de la aventura y del placer de viajar… Me da mucha rabia cuando me quedo dormida en un autobús, o en un coche, o en un tren, mientras recorro paisajes y lugares que nunca he visto, y que quizá no vuelva a ver… intento ir despierta, no perder detalle, y me encanta (aunque a veces es superior a mis fuerzas, y caigo rendida con el arrullo del movimiento 😉 ). También me da rabia cuando en esos vuelos largos, aunque sea de día, las azafatas o los otros pasajeros se empeñan en que no subas la «persiana» de la ventanilla del avión. Por favor, que no se sobrevuela el Sahara todos los días!!! lo que se puede fantasear tratando de ubicar algo conocido, o algo soñado a través de los libros!!