Título: El japón heroico y galante
Autor: Enrique Gómez Carrillo
Reseña hecha por : Carlos Olmo Bosco @vagamundo
Si hay algo que me gusta de los libros de viajes es que muchas veces nos llevan a mundos que dejaron ya de existir, ya sea porque el libro está escrito hace mucho tiempo, o porque el lugar, cultura o país que describen han cambiado tanto que nadie lo reconocería en una lectura actual.
Hace un siglo exacto de la publicación de este libro, cuyo título ya nos indica que dentro vamos a encontrar un libro antiguo, que no viejo, ya que tanto por el estilo literario como por lo que describe Enrique, el mundo tradicional de los samurais y las geishas se nos presenta en primera persona.
A finales de junio de 1905, el escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo embarca en Marsella con destino a Japón contratado para enviar crónicas periodísticas a los periódicos “El Liberal”, de Madrid, y “La Nación”, de Buenos Aires, sobre el país que había aplastado a Rusia en la guerra que les confrontó en 1905.
Tras cuatro meses de estancia regresa a Europa, y sus crónicas se recogerían a posteriori en el libro “Viaje al Oriente”. Pero el impacto que supuso un país y una cultura tan diferentes, no podían menos que fructificar en una obra más personal e íntima, El Japón heroico y galante, publicado en 1912, que describe la vida del Japón de principios de siglo XX, y las leyendas tradicionales sobre espíritus, guerreros, geishas y amores prohibidos.
Escrito en una época en que el concepto «políticamente correcto» no existía, Enrique Gómez Carrillo no se centra sólo en el relato de los mitos populares, de la poesía japonesa, y de las ceremonias religiosas.
Su fascinación sobre el harakiri le lleva a escribir con admiración «Y el harakiri vive. Ni ha desaparecido ni desaparecerá nunca. Es uno de los principios esenciales del código de la caballerosidad nacional, el más bello y el más estricto de todos quizá, puesto que no sólo demuestra heroísmo y orgullo, honor y dignidad, sino también espíritu de sacrificio y de desinterés. Los que se suicidan, en efecto, suelen hacerlo con altruismo admirable.»
Describe la miseria y pobreza de los barrios marginales de Tokio, las calles que sólo admitían dos estados, o barrizal o nube de polvo, y la infelicidad de miles de personas que viven hacinadas en chabolas.
Habla también, narrado sin pudor como experiencia en primera persona, del encuentro carnal con una prostituta y el elaborado ritual que supone, además de la situación general de sumisión de la mujer frente al hombre.
Sus expresiones, como llamar amarillos a los japoneses, y decir que sus mujeres, excepto las de clase alta y las profesionales del sexo, son feas, le garantizarían hoy el despido fulminante en un periódico actual, y su prosa florida y llena de expresiones anacrónicas, hacen de este libro una especie de túnel del tiempo en el que retrocedemos 100 años, del japón hipertecnificado y moderno de hoy en día, al de hace un siglo, cuando el harakiri era algo habitual en las personas de la clase noble y guerrera.
Pero lo que ha cambiado son principalmente las formas, y podemos vislumbrar que el Japón, escrito así, con el artículo, no sería hoy lo que es sin los acontecimientos que modelaron el s. XX, desde la guerra ruso-japonesa de 1905, con el triunfo aplastante de los nipones, hasta el desmoronamiento del imperio japonés en 1945 y su posterior reconversión como potencia industrial y tecnológica.
Como datos curiosos de la biografía de Enrique Gómez Carrillo podemos decir que se casó en 1919 con la famosa cupletista española Raquel Meyer, de la que se divorció tres años después, y que su última esposa, Consuelo Suncín, se casó, después de la muerte de Enrique Gómez Carrillo en 1927, con el célebre escritor y aviador Antoine de Saint-Exupéry en 1931, al que conoció en Buenos Aires cuando era piloto de la compañía Aeropostal.
El libro ha tenido varias ediciones, y además de la imagen de arriba, de la edición 2009 por Ediciones del Viento, he recopilado algunas imágenes de portada de ediciones anteriores.