Título: España, de sol a sol
Autor: Alfonso Armada @alfarmada
Reseña hecha por: Carlos Valadés @carlosvalades
Se cumple el 75 aniversario de la guerra que asoló nuestro país, dividiéndolo, fracturándolo posiblemente para muchos lustros. Nuestra península ibérica, es la que recorre el periodista Alfonso Armada en un cuaderno de bitácora que se convierte en una tour de force durante un mes y medio, visitando y describiendo un sitio diferente cada día.
Un Phileas Fogg patrio que recorre España con los ojos de un extranjero, que intenta desnaturalizarse, separarse del embrión nacional donde creció para descubrir la cara b de nuestro país, transitando carreteras secundarias, recorriendo pueblos y ciudades que constituyen el Off Off del habitual recorrido turístico de sombrilla y arena.
Parajes con una carga teatral digna del siglo de oro, como la localidad manchega de Almagro, donde un servidor tuvo la ocasión de ver al Brujo en el corral de Comedias en una noche que se prestó al vodevil,
¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor, que en esta apartada orilla más pura la luna brilla y se respira mejor?
pero eso es otra historia…
Pueblos costurados por las carreteras comarcales, sometidos al abandono de los más jóvenes, donde los lugareños pasan el tiempo echando la partida en un bar que multiplica sus funciones, club social, casa de apuestas, estanco y a ciertas horas de la madrugada, confesionario.
O la Costa da Morte, donde los navíos naufragaban a pares y la muerte mutó su disfraz durante los ochenta para reinventarse en forma de heroína por gracia de unos aprendices galegos de don Vito, Los Charlines, Laureano Oubiña, Sito Miñanco…hasta la operación Nécora (Habría que dar un merecido reconocimiento a la persona que bautiza a las operaciones policiales. Tengo especial debilidad por las operaciones Pokemon y Guateque).
Los perfiles de gente corriente vertebran el libro de Armada, como el de José Gutierrez, inventor de los carbayones, que da nombre al gentilicio de los ovetenses, o como la humildad de los jugadores del Numancia, David en una competición de Goliats o el de Gabriel, inmigrante subsahariano, perdido en la blancura laberíntica de los plásticos de El Ejido, donde ser negro o árabe te estigmatiza con un sello para vivir sin papeles en chabolas sin agua corriente ni electricidad, en los arrabales de la sociedad de consumo.
Mención especial a la visita de El Toboso, lugar de la sin par Dulcinea, amada del ilustre hidalgo Alonso Quijano donde el periodista sondea cuanta gente ha leído el Quijote donde más sentido geográfico tiene hacerlo. Un libro venerado en un país de Quijotes, y por desgracia, cada vez más Sanchos.
El road trip continúa hacia el sur. Oropesa, Marbella y Algeciras, donde la vergonzante cifra de muertos en las aguas del estrecho no para de crecer, y los cuerpos son enterrados en fosas comunes, apartados en las escombreras de Europa, escondidos bajo la alfombra, ocultos, y que posiblemente jamás serán reclamados por sus familias, que seguirán soñando con un hijo que se atrevió a intentar la aventura del primer mundo.
Los versos de Antonio Machado, el poeta que camina, aún siguen vigentes:
La España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María, de espíritu burlón y de alma quieta, ha de tener su mármol y su día, su infalible mañana y su poeta.
muy bueno el articulo, interesante el libro lo buscare y lo leere
muchas gracias por el post
Excelente reseña Carlos. Tengo el libro por casa desde hace un par de años, creo que lo leeré durante los próximos meses. España, un país lleno de soles y sombras 🙂