Título: Tierra de brujas. La vida en un psiquiátrico de Kenia
Autora: María Ferreira
Reseña hecha por: Alicia Ortego @Alisetter
Con poco más de 20 años de edad se fue a Kenia, a un rincón desconocido, y que probablemente muchos de nosotros no conozcamos en persona. Un rincón anónimo donde hay un hospital psiquiátrico, cerca de Nairobi, la capital.
María Ferreira habla de una realidad paralela, con la potencia de su edad. Y este es un libro tremendo, que habla de una realidad tremenda y a años luz de la que conocemos. Ni siquiera viajando a ese país podemos vislumbrarlo si no es porque lo leemos en este libro.
Hilando pensamientos que saltan de una cosa a otra, con lenguaje juvenil y actual, pero muy bien escrito, nos habla de cosas que desde nuestro punto de vista son muy adultas, demasiado adultas.
Descripciones que de inmediato te llevan allí, con las palabras justas. Puro horror, una experiencia vital que no deseo a nadie, empezando por quienes la sufren todos los días. Digo vital, y debería decir mortal, como ella muy bien se encarga de recordarnos.
“Tengo veinticuatro año y en el asiento trasero de mi coche han muerto más hombres de los que me han amado”.
María fue allí y se quedó a ayudar a la gente desheredada, como decimos por aquí. La vida miserable de los miserables, entre los que de vez en cuando hay un Quijote dispuesto a intentar hacer algo, aunque nunca sabremos (ni él o ella) si por los demás o por sí mismo.
“Seguía acumulando muertes, así, con una altiva normalidad. Sin despeinarme. Sin ponerme a sangrar como una cerda. Sin ponerme a llorar llamando a mi madre. Mira mamá, mira lo que hago en la vida. Yo quería jugar a salvar el mundo, no a la muerte”
Ya en el comienzo del libro me llama mucho la atención la claridad de ideas que va lanzando, o mejor dicho, escupiendo, y que suenan a verdades como puños. Por ejemplo cuando en un momento dado se da cuenta de que tiene que aprender a pensar desde el estómago, porque esa es la única lógica que funciona allí. O como cuando ella misma nos cuenta que es una chica anoréxica que vive entre muertos de hambre. Y que hay demasiadas cosas que le dan asco, como la insalubridad constante que le ocasiona tifus, malaria, y gastroenteritis día sí y día también.
“La gente decía que me admiraba porque cuidaba a negritos. Tal cual. Negritos. Y yo lo sentía como un insulto hacia ellos y hacia mí. Quitarme a esos niños que me rodean en las fotos del Facebook, ¿qué ves? Una chica, ya. Una chica que se pierde. Una chica que se ensucia. Una chica que viaja. ¡Qué diantres, yo no era una chica-ONG! Yo era una aventurera que no tuvo los cojones de decir “quiero irme a África a beber whisky y a destrozar mapas” y que, por error, se encontró rodeada de enfermos. Y ahí encontré mi aventura. Fue un golpe de suerte, nada de bondad ni caridad. Suerte”
Sueño con viajar a Kenia y lo voy a hacer, pero si no fuera por lecturas como esta, nunca me daría cuenta ni por asomo de lo que es el día a día de una parte de su población. Seguramente vea Nairobi desde la ventanilla de un coche, y las cosas me parezcan curiosas, pero poco más. Imposible profundizar en lo que pasa allí todos los días, desde unas vacaciones que serán tan injustas como lo es este mundo en el que vivimos. Desde una ventanilla. A través del visor de una cámara que busca la belleza de este mundo porque es lo único que merece la pena en este asqueroso mundo, como dicen por ahí. Pero he tenido la suerte de que este libro me haya llamado desde el estante de una librería de viajes, y haya decidido leerlo… y sé que mi mirada a través de esa ventanilla será distinta, muy distinta. No cambiará esa tremenda realidad, pero agradezco a María Ferreira, desde el puro egoísmo, que haya escrito este libro. Y por lo mismo os animo a leerlo, sin más, aunque no vayáis a viajar a Kenia, ni siquiera a otro lugar de África.
Impresionante reseña, como debe de ser el libro. Voy a comprarlo. Estuve en Kenia hace algunos años y, efectivamente, fuera del safari, en Nairobi, vi cosas terribles. Pero más aún en Tanzania, en Dar es Salaam. y en Zimbabwe y eso que tampoco profundicé mucho. Sin embargo, creo que es India el país de mayores barbaridades, injusticias, fanatismos, crímenes atroces. . .