Título: Hijos del ancho mundo
Autor: Abraham Verghese
Reseña hecha por : Alicia Ortego @Alisetter
Con este título tan sugerente, nos llegó esta novela sobre Etiopía, escrita por un etíope-indio, hace un par de años.
Abraham Verghese es otro de esos autores que dejó su país hace tiempo y desde hace tiempo vive en California donde ejerce de médico. Hijo de padres indios, algo común ya que a este país africano llegaron muchas familias de India para trabajar en la construcción del ferrocarril, hace ya muchas generaciones. Recuerdo precisamente cuando una de mis primas se fue a Londres a trabajar y aprender inglés, como tantas otras jóvenes, y fue contratada por una familia india que precisamente tenía este pasado. Una familia que mantenía (y mantendrá, supongo) las tradiciones indias, por encima de las etíopes… pero esta es otra historia.
El claim con el que se lanzó esta novela de más de 600 páginas decía algo así como “la novela definitiva sobre Etiopía”. Entre nosotros, creo que se pasaron un poco… Pero desde luego es una forma amena de conocer un poquito más algo de la historia de este país.
En realidad, trasciende las fronteras de Etiopía y comienza en Madrás, donde la abadesa de un convento de carmelitas envía a dos jóvenes monjas enfermeras a Addis Abeba, a trabajar en un modesto hospital de esta ciudad.
Empezamos en el momento en que la India celebra su independencia, y a partir de ahí somos testigos de cómo los años transcurren por buena parte del s. XX en ese rincón del planeta, para acabar en otra emigración obligada por los acontecimientos que sacuden Etiopía en la guerra con Eritrea y su rebeldía contra el todopoderoso Haile Selassie, otro gobernante-rey-dios que hizo de las suyas contra los suyos.
El rincón es ese hospital religioso y lo que allí pasa, con tintes de culebrón que a veces pueden alargar la historia demasiado. El nacimiento de dos chicos gemelos, hijos de una de esas monjas y el médico cirujano británico que capitanea las operaciones con escasísimos recursos, da comienzo a la historia. El nacimiento y la muerte de su madre a la vez.
Pocas cosas han cambiado en Etiopía, en el ámbito de la Sanidad, desde entonces… o al menos es mi impresión por los relatos de otros viajeros y lo que yo misma pude ver en el viaje que hice en 2010.
Gran paradoja, teniendo en cuenta que este es el país que más ayuda humanitaria recibe de todo el continente. Donde más ONG hay, y se establecen para actuar aquí y en otras parte del continente, por metro cuadrado.
Algo debe de fallar, si tantos recursos se dedican a un país, tantos proyectos grandes y pequeños se ponen en marcha, y las cosas siguen igual, porque el acceso a médicos (titulados como tal) es ínfimo –la gran mayoría accede con suerte al cuidado de enfermeras, que se ven obligadas a ejercer como médicos-, y las condiciones de los establecimientos, consultorios, hospitales, o como los queramos llamar, son paupérrimos. Y todos conocemos los estragos de las sequías, en determinados puntos del país se sufre más frecuentemente de lo que aquí llega a través de los medios de comunicación. Otra historia es el “rebote” que están sufriendo de la crisis con el epicentro en Somalia.
Quizá es la consecuencia de que el Estado abandone o no llegue a poner en marcha nunca sus recursos hacia un ámbito como éste. Ya están las ONG, así que ¿para qué?. Mejor se arma, se enriquece, o lo que sea.
No es comparable, pero los países occidentales han hecho algo parecido con la industria farmacéutica, con la diferencia de que son empresas y no ONG. Estas empresas son las que detentan el poder de investigar y crear nuevos medicamentos y técnicas para mejorar la Salud, porque están dispuestas a poner mucho dinero –del que esperan un retorno con beneficios-, y los Estados se las compran (sí, la Seguridad Social les compra, con nuestros impuestos, mientras el Ministerio y las Comunidades Autónomas cierran programas de investigación públicos, en aras de los recortes sanitarios. Y el endeudamiento crece).
Lo malo es que además, las ONG entran en competencia directa demasiadas veces, y sé de lo que hablo. Se comportan como empresas, cada uno defendiendo su forma de hacer las cosas, y rara vez son capaces de coordinarse para aprovechar los recursos que obtienen tanto de los Estados, como de los particulares. Eso y los peajes que se pagan, las pérdidas que se suceden en el camino y que no sabemos a dónde van (en realidad, sí se sabe: es otra parte de la que los corruptos se alimentan), que merman las posibilidades: medicinas, equipamiento, alimentos, etc.
En esos hechos y situaciones también nos habla de los sentimientos que creo son universales: el amor, el dolor, la envidia, el odio…
Y de costumbres y retratos que siguen ahí, y que sólo hay que ir para conocerlos. De hecho, es muy meticulosa en la descripción de los personajes que van desfilando, y de sus actividades.
Por otra parte, nos habla de cómo el emperador estaba obsesionado con convertir a Addis Abeba en una capital occidental, encargando la construcción de todo tipo de edificios enormes y modernos. Ahí siguen, y la edificación no para. Aunque también siguen con las chabolas pegadas a sus partes bajas, (así lo veía yo desde las ventanas de los hoteles donde me alojé). Siguen con los andamios de bambú o de madera flexible, y siguen a ritmo de caracol.
Un foco de modernidad ilusoria o mentirosa a cambio del abandono del resto del país.
Más allá de esa obsesión por la modernidad, que por cierto compartía con el último Sha de Persia, este emperador tan bien retratado por el gran Kapuscinski en su libro El Emperador era un gobernante obsesionado por su seguridad –como todos los tiranos-, y se anticipaba a cualquier fisura en esta cuestión cargándose a todos los que pudiera, con la horca o de mil formas más.
Hema no comprendió aquello, al menos no entonces. Creía que se trataba de una representación teatral. La violencia de lo que siguió (la arrancada del camión, la sacudida de los cuerpos, el ángulo atroz e inverosímil de la cabeza sobre el pecho, la demencial carrera de los espectadores para quitar los zapatos a los muertos) fue menos perturbadora que la idea de que vivía en un país en que podían suceder aquellas cosas.
En el Ethiopian Herald no se hizo ninguna mención de lo ocurrido ni el gobierno realizó la menor declaración. Aquellos hombres habían estado planeando la revolución, decía la gente, y esa era la respuesta del emperador.
Asistimos, durante la novela, al sofoco de una rebelión. Una pequeña parte del ejército intenta dar la vuelta a las cosas, quitar de en medio a ése loco endiosado que llega a ser venerado incluso por Bob Marley, ignorante supongo de las fechorías de este señor. La rebelión no sale bien.
Uno de los gemelos, alcanzada la juventud, decide irse a las montañas a combatir por el sueño de la Libertad, de esa lucha nacería un país nuevo, Eritrea. El otro, huye a EEUU, donde busca una carrera propia y el sueño de volver a su país para ayudar a los demás, la Medicina. Dos opciones bien distintas, enfrentadas en la comprensión y en la búsqueda de soluciones.
Las ONG`s grandes se mueven como gran parte del mundo, por modas, y cuando un país sale en los medios, se pelean por estar en la foto. Hace años esto sucedía en Bolivia, donde me encontré con proyectos de ONG disparatados en comunidades remotas, tipo te construyo un pozo de agua a 100 metros de profundidad, le pongo un motor, pero cuando el motor se estropee, nadie sabrá repararlo ni habrá piezas , ya que es de una marca europea que no se encuentra en Bolivia y yo estaré muy lejos para solucionarte el problema. Eso si, hicieron un documental que quedó monísimo para convencer a los próximos incautos que les dieran su dinero para ir a un nuevo país, moverse en Toyotas todo terreno con A/C que cuestan el sueldo de varios años de toda una comunidad, y hacerse de nuevo la foto con un proyecto (in)sostenible y continuar el círculo vicioso, y los idealistas que trabaian con poco presupuesto en ONG`s pequeñas no salen nunca en los medios y como no van cargados de regalos caros les hacen poco caso.
Gracias Ivan! Uf, leyendo la sinopsis no se si me apetece ahora mismo, pero lo anoto 🙂
Gran reseña Alicia, el tema de las ONG es complicado, hay de todo como en todos lados, aunque las grandes creo que funcionan como burocacias en estado puro. Creo que ya os lo he comentado el libro, pero os recuerdo que para andar por las cloacas del poder merece la pena leer » ONU-Historia de la Corrupción » de Eric Frattini http://ericfrattini.com/libro-onu-historia-de-la-corrupcion.html . Lo tengo, por si os interesa bajar a los bajos fondod del organismo internacional por excelencia…
🙂 gracias Carlos. Si, lo de las ONG es vox populi a nada que te relacionas con ellas u observas el entorno en estos sitios. Vi cocha os ultimo modelo de Médicos sin Fronteras en Burkina tb… En fin, esto no implica q todas lo hacen mal y ni siquiera q las grandes lo hacen todo mal pero que es «otro sector» con luces y sombras, si, y es una pena…
Quise decir que algo ayudarán a evitar la propagación….
Tienes mucha razón cuando comentas la competencia entre ONG. Cuando estuve en Etiopía, una ONG pequeña, en la que estuve colaborando, se quejaba de que «Save the children» solo se ocupaba de unos pocos privilegiados, y de que los directivos de la Cruz Roja van en Mercedes y BMW, derrochando dinero de donantes. También es cierto que muchas familias muy pobres de Addis Abbeba entregan a sus hijos a las ONG porque no pueden, o no quieren hacerse cargo de ellos. Y con respecto a las tribus del Omo, supongo que verías las máquinas expendedoras de condones también puestas por ONG, que algo ayudarán a la propagación del SIDA en el país que más padece esa enfermedad.