Título: El enigma chino
Autor: Marcelo Muñoz
Reseña hecha por : Alicia Ortego @Alisetter
“Confieso que en 30 años no he conseguido descifrar todos los enigmas de China. Y confieso que ya tampoco lo pretendo: China es otro mundo, otra galaxia, otro planeta. El lector se dará cuenta por sí mismo”.
Este es un libro sobre China y su desarrollo desde que a finales de los años 70 del s. XX, decidiera ir abriendo sus puertas poco a poco a los inversores extranjeros, para dar una vuelta por completo a esta gran nación… bueno, por completo, no, pero desde luego la cantidad de cambios que se están generando desde entonces y el papel que juega ya en la escena internacional hace que a veces nos paremos a pensarlo y quizá nos sorprendamos con un cierto escalofrío.
Marcelo Muñoz es uno de los poquitos empresarios que se atrevió a desembarcar allí justo en aquel momento, en el año 1978, y desde entonces ha viajado incontables veces, ha vivido allí durante varios años, ha establecido y desarrollado una gran empresa… y por fin se ha decidido a escribir un libro sobre todo ello.No es un libro sobre lo que bien que le han salido las cosas, si no sobre lo que se ha ido encontrando en cada viaje, y su mirada hacia un país, amalgama de pueblos y culturas, que constantemente le dejan boquiabierto y le obligan a enfrentarse a nuevos retos de comprensión.
Así, con una estructura de capítulos cortos, temáticos, y con cuadros-resumen, va desgranando un montón de hechos, datos, conversaciones con sus amigos chinos, historias e Historia, interpretaciones, vivencias, miedos, risas, situaciones… un montón de viajes en un gran viaje: tratar de entender a ése Imperio. Creo que ya se le puede volver a llamar así.
Desde el impresionante crecimiento de las ciudades, que multiplican sus poblaciones en poquísimos años, con booms inmobiliarios y de infraestructuras alucinantes, hasta el descubrimiento poco a poco de aquel Imperio chino que adelantaba a Europa en al menos 600 años, a veces 1.000 años, en la Historia. Cuando nosotros íbamos, ellos ya venían, y de largo.Por ejemplo, poco a poco se va demostrando (ya en la comunidad científica internacional, ellos siempre lo han sabido y lo han enseñado en las escuelas), que los primeros que llegaron a América fueron ellos.
También a las costas africanas. ¿Cómo? Su construcción naval era muy superior varios siglos antes. De hecho, la brújula se utiliza en China desde el siglo I, diez siglos antes que en Europa, entre otros muchos “detalles” imprescindibles para una navegación de ese tipo. El 5 de marzo de 1421 cuatro flotas partieron rumbo Sur. De ellas, tres flotas continuaron camino hasta doblar el Cabo de Buena Esperanza y dividirse. Una de ellas sobrepasa el Estrecho de Magallanes en 1422, llegando a la Antártida y siguiendo después hasta Australia, Sumatra, Filipinas, Java… para volver a China en 1423 con sólo 4 navíos (cada flota constaba de unos 30 barcos y 9.000 hombres a bordo… bueno, hombres y concubinas que aseguraran la descendencia). Otra sobrepasa Patagonia y bordea las costas de Chile, Perú… hasta llegar a Guatemala y México. Tiene que abandonar a parte de sus hombres en California para volver por Nueva Zelanda, Micronesia, islas de las Especias, Filipinas, y llegar finalmente a China con 1 navío y 900 hombres.
La tercera sigue la costa Oeste de América desde el Caribe, Florida y la bahía de Massachussets (donde quedan también parte de sus hombres), y llega a Groenlandia y el Ártico. En resumen, hicieron un recorrido casi equivalente a más de una vuelta a la Tierra, y volvieron para contarlo. Todo esto con muchísimos más medios y unos años antes de que Colón lograra su hazaña con las –a su lado- insignificantes carabelas. Sin embargo, dado que los informes que traían era de que habían encontrado lugares que “no podían aportarles nada”, este tipo de expediciones fueron abandonadas.
Quizá fue el principio del fin, porque lo que es cierto es que a pesar de su superioridad en muchísimas cosas cuando Europa no era más que un territorio oscuro y bastante ignorante, China inició un movimiento de envolvimiento, endogamia, desinterés por lo de fuera, porque era siempre inferior a lo suyo… y cuando en ése exterior menospreciado por “el centro del Mundo” las cosas cambiaron a una velocidad importante, ellos se cerraron en sí mismos, el Imperio fue desapareciendo, fueron invadidos por las potencias extranjeras con las Guerras del Opio y la invasión japonesa en la II Guerra Mundial (cuando Japón era el aliado de Hitler).
Llegan los comunistas y rematan, por decirlo de una manera suave… hasta que un buen día deciden que esto no puede seguir así, que han de recuperar su lugar en el mundo, volver a ser el centro del mundo, del universo. Desde entonces no han parado. Esto me lleva a pensar que quizá es el momento en que nosotros, con nuestros políticos ineficaces y corruptos (también los hubo en su día allí y también fueron responsables del hundimiento de ese imperio), estemos aún en ese punto de prepotencia que impide que el pensamiento innovador, el emprendimiento, el cambio, se desarrollen y nos permitan no ya ser un imperio, si no vivir de forma digna… Y quedan tiempos bastante peores y oscuros. Quizá queda el hambre y la miseria, que aún no se ha instalado bien aquí. Y quizá entonces les miremos como modelo a seguir, cuando antes lo hicimos mirando hacia América.
Marcelo nos descubre muchísimos más aspectos e historias sorprendentes, y siempre acompañados de cifras abrumadoras. Dedica capítulos al sexo, al papel de la mujer en la sociedad china, a la comida, a la escritura que se ha mantenido durante miles de años, a la Revolución Cultural de Mao, a las iniciativas autónomas de producción que poco a poco fueron surgiendo en el medio rural, y un largo etcétera. Todo a base de preguntas y respuestas en sucesivas conversaciones con sus amigos chinos, todo a base de curiosidad e interés.
Casi casi termina el libro con el recuerdo de una cita de Napoleón, que nos puede poner los pelos de punta. Parece ser que éste fue el primero que dijo: El siglo XXI puede ser el siglo de China. Lo decía o profetizaba en sentido negativo… Para bien o para mal, quizá tenga razón y éste sea el siglo de China.
Me gustaría poder conseguir este libro, dodne lo puedo comprar gracias
Gracias Iván! creo que a menudo pensamos en China como un invasor peligroso que nos va a absorber… no sé, creo que al final nos da más miedo la «conquista» económica e ideológica china que los imperios ya instaurados y bajo amenaza con ejércitos poderosos. Creo que prejuzgamos demasiado rápido a China, sin intentar tratar de comprender, y que eso no lo hemos hecho con EEUU, por ejemplo. No sé, no son santo de mi devoción pero probablemente porque todo lo que me llega viene con esas preconcepciones. En fin, este verano daré una vuelta por allí, si todo va bien y observaré 😉
Gracias por la reseña Alicia. Acabo de leer un par de libros sobre China y la verdad que estamos inmersos en unos tiempos donde lo que hace China produce cambios que afectan a escala global. El tema de las dinastías chinas es curioso, cuando dejaron de viajar y de cultivar las ciencias, el arte, la cultura, fue cuando empezaron el declive que les llevo más de 500 años.