TÍtulo: Viajes con Heródoto
Autor: Ryszard Kapuscinski
Reseña hecha por: Pak Muñoz @pakgoesto
Es, en su última obra, donde Kapuscinski aprovecha para contarnos sus inicios, entre otras muchas cosas. Además de los retazos biográficos a través de los que desarrolla sus primeras experiencias como reportero fuera de Polonia, Kapuscinski utiliza este libro para contarnos otro libro. Porque “Viajes con Heródoto” no es un libro de viajes sin más, es un libro de historia y es casi un ensayo. Un ensayo sobre “Historiae”, los 9 libros que forman la obra magna del griego de Helicarnaso. Obra que llegó a sus manos antes de cruzar por primera vez la frontera de Polonia y de la que nunca se volvió a separar, porque nunca pudo separarse del que siempre consideró su maestro, el primer reportero, el primer historiador y gran viajero: Heródoto.
La curiosidad del griego, sus ganas de conocer el mundo, de estudiarlo, de entenderlo, de intentar contarlo, son los puntos en común entre los 2 protagonistas, y la faceta que más admira Kapuscinski de Heródoto. Durante todo el libro Kapuscinski se formula cientos de preguntas para intentar comprender los pensamientos del autor de “Historiae”, preguntas cuyas respuestas parece que necesita al principio para conseguir absorber el mundo que le rodea y poder cruzar, de alguna forma, fronteras con las que no esperaba encontrarse, fronteras como el idioma, el desconocimiento de la cultura local, de sus creencias… Fronteras que le dejan varado por primera vez en India, a pesar de haber cruzado ya su primera frontera geográfica.
Con poco conocimiento del inglés y sin saber por donde continuar, o como asimilar lo que tiene delante, Kapuscinski no duda y sigue avanzando, a trompicones, como sea, ya está contagiado:
“…el viaje no empieza cuando nos ponemos en ruta ni acaba cuando alcanzamos el destino. En realidad empieza mucho antes y prácticamente no se acaba nunca porque la cinta de la memoria no deja de girar en nuestro interior por más tiempo que lleve nuestro cuerpo sin moverse de sitio. A fin de cuentas, lo que podríamos llamar «contagio de viaje» existe, y es, en el fondo, una enfermedad incurable.”
El viaje, esa enfermedad incurable, continua en China, con una frontera idiomática tan grande como la Gran Muralla y más tarde en el continente africano, donde empieza a sentirse algo más cómodo. No para de aprender y asimilar, de intentar conocer y estudiar lo que le rodea para poder contarlo, como Heródoto, su ya amigo, al que va continuamente unido en un viaje en el espacio y en el tiempo, de las Termópilas a Dar es Salam, de Persépolis a Addis Abeba. Un viaje en él que «el pasado» se mezcla con «su pasado» (es el último libro que escribió) y que, en algunos momentos, narra en presente, mezclando los tiempos sin parar de viajar en el espacio.
“Viajes con Herodoto” son 2 viajes a la vez en distinta época. Los paralelismos son continuos entre los 2 autores. Como diferencia, Herodoto narra la globalidad de lo que él consideraba “el mundo”, mientras que Kapuscinski se centra en los detalles locales, ya que él si conoce como es el mundo en realidad (geograficamente hablando).
Detalles contados con una enorme sensibilidad e intensidad literaria que consiguen que un capítulo donde tiene que deshacerse de una botella de cerveza vacía en El Cairo parezca tan intenso e importante como otro en el que se encuentra con un concierto de Louis Armstrong en Jartum. Los dota de sentimiento, te lleva allí con él, hiperbolizando las condiciones para transmitir más con menos.
Es muy difícil sentir una historia como quien la ha vivido, y más difícil aún conseguir que otros la sientan. Kapuscinski lo logra, y por momentos te encuentras inmerso en sus aventuras y desventuras como si te estuviesen sucediendo a ti.
En mi caso logró lo que supongo que Heródoto hizo con él, me hizo sentir que estaba “viajando con Kapuscinski”. En la concepción idealizada del viaje, la que recalca durante todo el libro:
“A decir verdad, no sabemos lo que incita al hombre a recorrer el mundo. ¿Curiosidad? ¿Anhelo irrefrenable de aventura? ¿Necesidad de ir de asombro en asombro? Tal vez: la persona que deja de asombrarse está vacía por dentro; tiene el corazón quemado.”
Porque eso es lo que hace Kapuscinski, asombrarse en cada momento. Igual con un pasaje de Heródoto que ante las ruinas de Persépolis. Y consigue transmitirlo, y hacer que el lector se asombre a su vez, sin permitir que nos vaciemos por dentro; sin permitir que se nos queme el corazón.
Con el ensayo que realiza de “Historiae”, Kapuscinski va fijando los puntos de como funcionó su metodología de trabajo como reportero y escritor. Indagar, aprender, estar en el lugar y saber buscar, pero a la vez no juzgar. Simplemente mostrar los hechos y las dudas dejando al lector el trabajo de reflexionar sobre ello.
Un largo y anhelado proceso obligatorio tras cualquier lectura de Kapuscinski.
No es un libro que este a la altura de otros de Kapuscinski, como Ebano o Imperio ni tampoco la Historia de Heródoto. Es el libro de nuestro amado maestro que menos me ha gustado.
Iván, gracias, me alegro que te haya molado, le paso tu mail a Alberto para que se curre la reseña de «Historiae» 😉
Vagamundo!, totalmente deacuerdo, ahora me toca buscar el apropiado para mi próximo viaje, igual El tiempo de los regalos, que me pico Iván con su reseña.
No se me ocurre nada mejor que viajar leyendo Viajes con Heródoto y con libros de Heródoto en en la mochila
Grande Pak, el libro es una obra maestra como todos los de Kapuscinski. Como bien dice Alberto hay que leer los de Heródoto, los tengo todos en el ebook esperando para ser leídos entre viaje y viaje. Un abrazo
genial!, pos te cuento entonces por mail mejor que de esta ya no te escapas.
ya me has picado, seguro que con la review lo acabas de conseguir e intento leer a Heródoto 😉
Las Historias de Herodoto no son un romance tipo Iliada de los que se tenían que aprender de memoría (por eso son tan poco digeribles), sino más bien un blog como los nuestros, con la única diferencia de que lo escribió hace casi 3.000 años y por entonces cada post ocupaba 200 hojas :).
Entre aventurilla y aventurilla explica a sus contemporáneos griegos las costumbres e historias de otros pueblos y las cosas que le han llamado la atención. Lo mismo que nuestros blogs, vamos. Te aseguro que mientras lo lees te imaginas al tío buscando un guesthouse baratito al llegar a Memphis, o intentando hacer fotos a monjes haciendo breakdance :). Fijo que también le costaba lo suyo financiarse los viajes…
El estilo es asequible, lo que quizás puede ralentizar un poco la lectura es que en lugar de usar la Lonely como referencia utiliza la mitología/historia aceptada en la época, por lo que es mejor leerlo teniendo un poco de idea de ello. Pero si no tampoco pasa nada…
Me apunto lo de hacer la review….:)
Alicia, muchísimas gracias, me alegra mucho que te guste la reseña… del libro… que decir… me lo tenia que haber leido mucho antes 😉
Alberto, ¿de verdad te has leido Historiae?, ¿eres de esos?, jejeje. A mi es que la prosa griega suele superarme, ¿es asequible?… y… ¿divertidísimo?… esto si que no lo esperaba. Anyway, ¿porqué no te animas y te haces una reseña del mismo para publicar aquí?, una reseña del primer libro de viajes. Ahí te lo dejo.
Muy buena elección y muy buena reseña! Aprovecho para recomendar el de Herodoto, que no tiene desperdicio ninguno. Es divertidísimo, en serio.
Chapó, Pak! me ha encantado la reseña!! El libro lo leí hace ya algún tiempo, y como siempre, me quito el sombrero ante El Gran Kapucinski… uno de esos autores de los que te da verdadera pena saber que no vamos a tener nuevas entregas, aunque sus libros se pueden releer, siempre aportarán algo nuevo. Gracias!