Título: La invención de la naturaleza
Autora: Andrea Wulf
Reseña hecha por: Pablo Strubell @PabloStrubell
Alexander Humboldt fue, probablemente, uno de los científicos más importantes del siglo XIX. Naturalista, explorador, aventurero, científico… un hombre sabio y sagaz cuya manera de ver el mundo, totalmente visionaria y rompedora, significó un antes y un después en la relación del ser humano y la ciencia con la naturaleza.
La invención de la naturaleza de Andrea Wulf narra, con la agilidad de un libro de aventuras pero con el rigor de una biografía exhaustivamente documentada, la apasionante vida del naturalista alemán Alexander von Humboldt (1769-1859). Una figura injustamente olvidada y un pensador que verdaderamente ha marcado la manera en que vemos la naturaleza en la actualidad.
A lo largo de sus 584 páginas desengrana cómo Humboldt creó una nueva forma de entender la naturaleza. Pero el volumen del libro no debe asustar al potencial lector. Para empezar porque, como decía, está narrado con gran dinamismo, agilidad y con un magnetismo que engancha casi desde la primera línea. Y porque el grueso del libro corresponde a un increíble trabajo de documentación, que se traduce en 2195 de notas al pie de página, y que figuran al final de la obra para no entorpecer la lectura.
El acercamiento al personaje está muy documentado y detallado, desde su infancia a su muerte. Pero también se detiene a explicar algunos de los descubrimientos que hizo, aportando al lector conocimientos científicos que puestos en contexto resultan más extraordinarios. Arranca el libro con un emocionante relato del ascenso de Humboldt al volcán Chimborazo (en esa época se creía que era la montaña más alta del mundo), pero pronto retrocede al Humboldt niño, a su infancia, a su relación con su hermano y familia y al contexto histórico convulso de esa época; nos acerca luego al Humboldt universitario y funcionario (de Minas).
Pero de lo que más disfrutamos los viajeros es, sin duda, con la detallada y apasionante narración del viaje por América, que lo llevó a conocer en compañía de su inseparable compañero de expedición, Aimé Bonpland, las actuales Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia, América Central, así como Estados Unidos. Un viaje en una época convulsa, que duró casi seis años (1799-1804). Una aventura dura y salvaje, en la que Humboldt extrajo numerosas conclusiones de su navegación por los ríos americanos, del ascenso de innumerables volcanes y de los exigentes recorridos por las selvas, sabanas y altiplanos de ese continente.
En ese viaje es donde empezó a dar forma a sus teorías. Empezó a percibir la naturaleza como una fuerza global interconectada, alejándose de la visión imperante en la ciencia en esa época, totalmente compartimentada. Humboldt empezó a darse cuenta de las similitudes entre distintas zonas climáticas de todo el mundo, y su aguda observación, análisis y exposición (mediante gráficos, precursores de las actuales infografías) fue revolucionaria. Por si fuera poco, viendo los usos y costumbres de los colonizadores en América, previó el peligro de un cambio climático provocado por el ser humano. Sin duda esto fue posible por su carácter científico multidisciplinar, que hoy sería imposible de encontrar debido al avance y especialización de la investigación científica. Y es que posiblemente fuera el último de los polímatas (sabio en múltiples saberes).
A su regreso, instalado en París primero, luego en Londres y Berlín, publicó numerosísimos libros que marcaron un antes y un después en la descripción del mundo. Y es que no solo le preocupaba la parte científica, el rigor, la toma y exposición de datos y mediciones, sino también la parte estética, preocupándose enormemente por el lenguaje y dando un enfoque poético a casi todas sus obras científicas, lo que supuso que se convirtiera en uno de los científicos más famosos y respetados de su época. Así, convirtió la observación científica en narrativa poética y sus escritos inspiraron no solo a naturalistas y escritores como Darwin, Wordsworth y Goethe, sino también a políticos como Jefferson o Simón Bolívar. Además, las ideas de Humboldt llevaron a John Muir a perseverar en sus teorías y a Thoreau a escribir su Walden. Wulf considera este hecho tan importante y relevante, que dedica ocho capítulos especiales, minibiografías, a todas estas figuras de la ciencia y el arte que se vieron influidas por el científico, a las que inspiró en ámbitos como la revolución, la teoría de evolución, la ecología, la conservación, el arte y la literatura.
Es de destacar el compromiso político que Humboldt adoptó en algunas de sus obras, criticando sin ambages el colonialismo español, cómo los misioneros trataban a los indígenas, cómo de terrible era la esclavitud y cómo el colonialismo destruía el medio ambiente. Esto le causó muchos problemas posteriores a sus expediciones, pues Inglaterra, temiendo sus críticas a su gobierno colonial en la India, le denegó los permisos para llevar a cabo su otra gran expedición soñada: visitar los Himalayas. En su lugar, años después, el explorador sí que pudo explorar Siberia con 60 años de edad, en 1829. Un viaje financiado por el Zar en el que llegó a la frontera china y en el que sufrió duras pruebas como cruzar extensas regiones infestadas de ántrax.
Para concluir, el valor de La invención del mundo no solo reside en su calidad literaria, sino en que gracias a ella y a su extensa documentación contribuye a rescatar la figura de este científico, probablemente el más importante y respetado de su época, pero que por su origen prusiano (alemán) cayó en el olvido, seguramente deliberado tras la Segunda Guerra Mundial. No solo eso: las ideas novedosas de Humboldt han arraigado tanto en nuestra mentalidad presente que es habitual pensar que son innatas, cuando en realidad la paternidad va mucho más allá de nuestra propia conciencia: fue todo gracias a él. Humboldt fue un auténtico visionario, inventó nuestra forma de mirar a la naturaleza, de ahí el título de esta gran obra que se complementa con fotografías en blanco y negro y en color; notas sobre las publicaciones de Humboldt; fuentes y bibliografía y un completo índice analítico. Un libro imprescindible para los amantes de la exploración, la ciencia y el conocimiento del mundo que nos rodea.
Gran reseña Pablo. Me lo apunto, tiene muy buena pinta. Alexander Humboldt es uno de esos nombres de la exploraación y el viaje que tengo pendientesr. Un abrazo